EUROPA
PRESS
27 marzo
2019
Las
terapias con probióticos pueden no ser siempre beneficiosas
Los probióticos, que son bacterias
vivas que se toman para promover la salud digestiva, pueden evolucionar una vez
dentro del cuerpo y tienen el potencial de volverse menos efectivos e incluso a
veces dañinos, según un estudio reciente de la Escuela de Medicina de la
Universidad de Washington St. Louis, en Estados
Unidos.
Los investigadores que estudian una cepa de la bacteria 'Escherichia coli' (E. coli) vendida en Europa como un probiótico
antidiarreico encontraron que el ADN de la bacteria cambió y desarrolló nuevas
capacidades después de vivir en los intestinos de los ratones durante algunas
semanas.
Bajo ciertas condiciones, los probióticos incluso activaron
a sus huéspedes y adquirieron la capacidad de comer la capa protectora del
intestino. La destrucción de esta capa se ha relacionado con el síndrome del
intestino irritable. Las dietas de los ratones y la composición de su comunidad
bacteriana intestinal influyeron en la evolución del probiótico
y de qué maneras.
Los hallazgos, publicados este martes en la revista 'Cell Host and Microbe',
sugieren que los probióticos no son una terapia única para todos. Un probiótico que proporciona alivio a una persona podría
evolucionar para volverse inefectivo o incluso dañino en otra. Los probióticos
se han relacionado con infecciones graves en algunas personas.
"Si vamos a usar los seres vivos como medicamentos,
debemos reconocer que se van a adaptar, y eso significa que lo que pones en tu
cuerpo no es necesariamente lo que va a estar allí, incluso un par de horas más
tarde", señala el autor principal, Gautam
Dantas, profesor de Patología e Inmunología, Microbiología Molecular e
Ingeniería Biomédica. "No existe ningún microbio que sea inmune a la
evolución. Esta no es una razón para no desarrollar terapias basadas en
probióticos, pero es una razón para asegurarnos de que entendemos cómo cambian
y bajo qué condiciones", añade.
Todo el mundo alberga una vasta comunidad de bacterias,
virus y hongos conocidos como microbioma intestinal
en sus tractos digestivos. Un microbioma bien
equilibrado nos suministra vitaminas, ayuda a digerir los alimentos, regula la
inflamación y mantiene bajo control a los microbios que causan enfermedades.
Los probióticos en los alimentos y los suplementos dietéticos se comercializan
como formas de mantener abundantes las bacterias saludables y la digestión
funcionando sin problemas.
También se están desarrollando como tratamientos para
afecciones médicas graves, como la enfermedad inflamatoria intestinal; fenilcetonuria (PKU), un trastorno metabólico que causa
daño neurológico; y enterocolitis necrotizante, una
infección intestinal potencialmente mortal que afecta a los bebés prematuros.
Entender la
evolución del tracto digestivo, clave para terapias seguras
Como cualquier otro medicamento, un tratamiento basado en
probióticos debe ser probado como seguro y efectivo antes de que la agencia
estadounidense del medicamento (FDA, por sus siglas en inglés) lo apruebe para
su uso en personas. Pero cuando la terapia es un ser vivo que puede cambiar
después de que se administra, demostrar la seguridad y la eficacia plantea
problemas especiales.
Entender los principios que gobiernan la evolución en el
tracto digestivo es un paso clave hacia la creación de terapias probióticas seguras y efectivas, señalan los
investigadores. Dantas y sus colegas, incluidos los primeros autores Aura Ferreiro, estudiante de postgrado, y Nathan
Crook, exinvestigador postdoctoral en el laboratorio de Dantas, recurrieron a un probiótico conocido como 'E. coli
Nissle 1917'. La cepa se aisló hace más de un siglo
de un soldado de la Primera Guerra Mundial que salió ileso de una epidemia de
enfermedad diarreica severa que enfermó a sus compañeros.
Para estudiar cómo responde el probiótico
a diferentes comunidades microbianas, los investigadores utilizaron ratones que
albergaban cuatro tipos de microbiomas intestinales:
uno sin bacterias preexistentes; otro con un conjunto limitado de bacterias,
característico de un intestino insalubre; un microbioma
normal; y un microbioma normal después del
tratamiento con antibióticos.
Los científicos dieron a los ratones el probiótico,
y luego variaron la comida que tomaban los roedores, dándoles comida para
ratones, bolitas de alto contenido de fibra que imitan a la dieta natural del
ratón; pellets con alto contenido de grasa, alto
contenido de azúcar y fibra, diseñados para modelar los hábitos alimenticios
occidentales típicos; y pellets occidentales con más
fibra. Después de cinco semanas, los investigadores obtuvieron las bacterias de
las entrañas de los ratones y analizaron el ADN de los microbios.
"En un entorno saludable y de gran diversidad, no
detectamos mucha adaptación, tal vez porque este es el fondo al que está
acostumbrada Nissle, dice Ferreiro.
Pero hay que recordar que muy a menudo no usaríamos
probióticos en personas con un microbioma sano. Los
usaríamos en personas enfermas que tienen un microbioma
poco sano y poco diverso. Y esa parece ser la condición en la que es más
probable que el probiótico evolucione".
Dantas y sus colegas aplicaron estos hallazgos al diseño de
una terapia probiótica potencial para la PKU. Las
personas con PKU no pueden descomponer la fenilalanina, un bloque de
construcción de proteínas que se encuentra en muchos alimentos. Los niveles
altos de fenilalanina causan daño cerebral, por lo que las personas con PKU deben adherirse
estrictamente a una dieta baja en proteínas.
Los investigadores insertaron un gen en Nissle
que le dio a la bacteria la capacidad de degradar la fenilalanina en un
compuesto que se excreta con seguridad en la orina. Luego, dieron las bacterias
de bio-ingeniería a ratones que carecían de la
capacidad de metabolizar la fenilalanina. Al día siguiente, los niveles de
fenilalanina en algunos de los roedores se habían reducido a la mitad.
Además, los investigadores no encontraron cambios
significativos en el ADN de la cepa diseñada después de una semana de
tratamiento, lo que sugiere que Nissle podría ser
seguro para usar como un chasis para terapias de probióticos en escalas de
tiempo cortas. El descubrimiento de que los probióticos evolucionan y se
comportan de manera diferente en individuos con microbiomas
y dietas dispares abre nuevos caminos para personalizar la medicina basada en
probióticos.
"La evolución es un hecho. Todo va a evolucionar,
sentencia Dantas. No debemos asustarnos. Podemos usar los principios de la
evolución para diseñar un mejor agente terapéutico que se adapte cuidadosamente
a las personas que lo necesitan. Esta es una oportunidad, no un problema".